En el entorno laboral, la prevención de riesgos es una prioridad que no solo salvaguarda la integridad física y psicológica de los trabajadores, sino que también va en beneficio de la productividad y la eficiencia de toda empresa.
En este sentido, existen 9 principios de acción preventiva recogidos en el artículo 15 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL), establecidos para velar por la integración de la seguridad en el trabajo con el fin de promover un entorno laboral seguro y saludable.
A continuación, desglosamos cuáles son esos principios básicos de la acción preventiva:
1. Evitar los riesgos
El principio más elemental en la prevención de riesgos laborales es evitarlos completamente. Esto implica diseñar los puestos de trabajo, las tareas y los procesos de manera que se eliminen todos aquellos riesgos que pueden ser evitados.
La selección de tecnologías y métodos de trabajo adecuados, que prioricen la seguridad desde la fase de conceptualización, es fundamental para evitar los peligros antes de que estos puedan manifestarse.
2. Evaluar los riesgos que no se pueden evitar
Cuando no es posible eliminar un riesgo completamente, es importante llevar a cabo una evaluación exhaustiva del mismo. Esta evaluación debe identificar y analizar los riesgos para determinar cómo minimizarlos y cómo gestionarlos de manera efectiva en caso de que se materialicen.
3. Combatir los riesgos en su origen
Abordar los riesgos en su origen es la mejor estrategia para manejar sus efectos y para evitar que se extienda a otras áreas, minimizando su impacto y consecuencias.
4. Adaptar el trabajo a la persona
Este principio hace referencia a la ergonomía, un aspecto que ha ido cobrando importancia durante los últimos años en la prevención de riesgos laborales. Consiste en ajustar el puesto de trabajo y el entorno laboral a la persona, en lugar de exigir la adaptación de la persona a unas determinadas condiciones de trabajo.
Diseñar los puestos de trabajo para adaptarse a las capacidades físicas y psicológicas de los empleados es crucial para prevenir lesiones y enfermedades ocupacionales. Esto también incluye, además de consideraciones ergonómicas, la organización temporal del trabajo, como los horarios y los descansos.
Por último, adaptar el trabajo a la persona implica también atenuar el trabajo monótono y repetitivo, que tienden a conllevar pérdidas de atención y, por ende, accidentes laborales.
5. Tener en cuenta la evolución de la técnica
Mantenerse actualizado con los avances tecnológicos y los nuevos métodos de trabajo puede proporcionar nuevas oportunidades para mejorar la seguridad. Implementar tecnologías y métodos novedosos puede ser una manera efectiva de reducir riesgos y debe considerarse como parte de un enfoque proactivo en la prevención de riesgos laborales.
Pero este principio no solo implica actualizar las tecnologías, sino también estar al tanto de las últimas investigaciones y tendencias en seguridad laboral (seminarios, formación, redes profesionales, etc.).
6. Sustituir lo peligroso por lo que presente poco o ningún peligro
La sustitución de procesos, materiales o sustancias peligrosas por otros que representen menores riesgos es una estrategia preventiva fundamental. Por ejemplo, usar pinturas a base de agua en lugar de otros componentes tóxicos reduce significativamente la exposición a sustancias nocivas del trabajador.
7. Planificar la prevención
Para implementar de manera óptima la acción preventiva es necesario una planificación eficaz e integral, que implique a todos los niveles de la organización y a todas las fases operativas. Esto incluye la asignación adecuada de recursos, la formación continua de los trabajadores y el establecimiento de procedimientos claros para las situaciones de emergencia.
Es imprescindible que exista un compromiso claro por parte de los cargos directivos, asegurando esa integración de la acción preventiva en la cultura de la empresa.
8. Priorizar las medidas de protección colectiva sobre las individuales
Siempre que sea posible, se deben priorizar las medidas que protegen a todos los trabajadores en un lugar o proceso, antes que las que sólo protegen a un individuo. Las soluciones colectivas, como la ventilación general, son preferibles a soluciones individuales, como el uso de máscaras respiratorias.
9. Dar una formación e información adecuada a los trabajadores
El trabajador debe recibir todas las instrucciones necesarias para desempeñar su trabajo de manera segura, así como toda aquella información y formación necesaria.
Este principio va, por tanto, más allá de la simple formación sobre tareas específicas. También incluye la capacitación sobre cómo responder en situaciones de emergencia, el entrenamiento en el uso y mantenimiento de equipos de protección personal. La formación debe ser periódica y adaptarse a los cambios en los procesos y la maquinaria.
Implementar estos principios no solo contribuye a un ambiente de trabajo más seguro, sino que también mejora el bienestar general de los empleados y potencia la eficiencia operativa. La prevención efectiva de riesgos laborales es una inversión que beneficia a todos los niveles de una organización.